En esta época del coronavirus, hemos tenido que adaptarnos a una manera de ir a la iglesia tan diferente y quedara registrada en la historia.
Ayer me fui a Australia… No en persona, pero si por internet para participar del servicio de Viernes Santo de una iglesia en línea.
Aunque tengamos estos cambios momentáneos de como reunirnos, los acontecimientos de aquel día cuando Jesús murió en la cruz no cambian. Es una verdad que proclamaremos hasta que Él venga.
JESUS TODAVIA ES EL LEÓN DE JUDÁ
Juan en el libro de Apocalipsis nos hace reflexionar sobre el gran significado que el evento de la cruz tiene para nosotros. En el capítulo cinco, se nos dice que Juan lloraba porque no había nadie digno de abrir el rollo y los siete sellos. El verso cinco también dice que un anciano le dice esto:
«¡Deja de llorar, que ya el León de la tribu de Judá, la Raíz de David,
ha vencido! Él sí puede abrir el rollo y sus siete sellos».
Enseguida Juan mira y ve esto:
«Entonces vi, en medio de los cuatro seres vivientes y del trono y los ancianos,
a un Cordero que estaba de pie y parecía haber sido sacrificado».
Aquí en este libro de triunfos, encontramos la imagen del León de Judá que parecía haber sido sacrificado. La muerte de Cristo en la cruz, aún después de su resurrección y ascensión permanece crucial en su identificación como el Digno Rey de Reyes.
Ayer recordamos la muerte de Cristo en la cruz. Es un evento mundial y al que llamamos Viernes Santo. Hoy quiero recordar contigo que el Sábado es el día cuando Cristo estuvo enterrado en una tumba. En otras palabras, la fe y la esperanza no existían ese Sábado. Desde que el sol se puso hasta el amanecer, los fieles pensaron que todo había terminado.
CUANDO LA ESPERANZA SE ESTÁ ACABANDO
Dios pudo haber resucitado a Jesús un segundo después de haber muerto, pero no lo hizo.
El Santo Sábado es un día en que hubo silencio de Dios.
Si eres como yo, generalmente el día Viernes Santo recuerdas el sacrificio de Jesús. Luego, no volvemos a pensar más en este evento hasta que celebramos su resurrección el Domingo. Pero, ¿alguna vez haz pensado en el Sábado?
En Lucas 24:21 después de la crucifixión, en el camino a Emaús, dos seguidores de Jesús dijeron esto:
«Pero nosotros abrigábamos la esperanza de que era él
quien redimiría a Israel»
La esperanza se había esfumado como podemos leer. Creo que la vida nos sorprende como momentos como éstos. Estamos bien, y de repente, todo cambia. Como lo que paso con el coronavirus.
Jesús era el Mesías que ellos esperaban. El que vendría a librarlos de la mano de los romanos según la historia judía. Después de la muerte de Jesús, naturalmente pensaban que Jesús no había sido lo que ellos esperaban, ¡Él se murió!
Este era el sentir en ese momento de sus seguidores. ¿Cómo es que el Mesías murió? Se habrían preguntado.
LA ESPERANZA NO SE HA MUERTO
La cruz de Cristo cambia la forma en la que vemos todas las cosas. Como dice Elizabeth Johnson:
«La cruz pone todo patas arriba y hace que el primero sea el último y el último el primero,
el sabio tonto y al tonto sabio, y hasta a los muertos vivos».
Puede ser que las cosas estén patas arribas en estos momentos de crisis. Quizá, estas en momentos difíciles en tu casa, con tu familia, en tu trabajo o en cualquier cosa que el coronavirus ocasionó. Recuerda que a Dios nada lo toma por sorpresa. Que la muerte de su Hijo en la cruz tenía un mayor propósito. Y esto que está sucediendo en tu vida hoy, también lo tiene. Dios lo usará para bien en nuestras vidas, aunque al momento no parezca.
Pablo habla a los Corintios algunos años después de la crucifixión de Cristo y dice:
«Me propuse más bien, estando entre ustedes,
no saber de cosa alguna, excepto de Jesucristo, y de éste crucificado»
1 Corintios 2:2
Para Pablo no había mayor deseo que el de ¡conocer a este Cristo crucificado! A lo mejor esto es lo mismo que Dios quiere para ti durante este tiempo. Que lo conozcas más de cerca. Que te acerques más a Él.
LA MUERTE DE CRISTO TE IDENTIFICA
Todos usamos una cédula de identidad. Allí están todos tus datos personales y si te la roban a veces hay personas que pueden usar tu identidad para hacer cosas en tu nombre. Generalmente, no es nada bueno.
La muerte de Cristo, aún después de su resurección y ascensión, lo identifica como el único digno Rey de Reyes y como el León de Judá.
Podemos concluir que su muerte también nos identifica con Él como sus seguidores. Nos identifica ante un mundo que necesita escuchar el mensaje de salvación y nueva vida que tenemos en Él.
Por esto, su muerte en la cruz, no es un evento que celebramos cada Semana Santa solamente. Es algo que lo vivimos en nuestras propias vidas.
«Dondequiera que vamos, siempre llevamos en nuestro cuerpo la muerte de Jesús,
para que también su vida se manifieste en nuestro cuerpo»
2 Corintios 4:10
Te pregunto: ¿Cómo llevamos la muerte de Cristo en nuestro cuerpo?
Cuando vivimos la vida cristiana, cualquiera que sea la situación por la que pasamos, el mismo poder que Dios manifestó en el sacrificio y resurrección de Jesús, también actúa en nosotros.
Esto quiere decir que tú y yo estamos capacitadas por Dios para vivir como Jesús lo hizo. Para actuar como Él lo hizo. Para despojarnos de nosotras mismas y servir a otros como Él lo hizo. Para pensar en los demás más que en nosotras mismas. Para amar a otros y hacer el bien, incluyendo a nuestros enemigos, como Jesús lo hizo y lo enseñó.
«El mensaje de la cruz es una locura para los que se pierden;
en cambio, para los que se salvan, es decir, para nosotros,
este mensaje es el poder de Dios»
1 Corintios 1:18
¡Tu vida es un mensaje del poder de Dios!
Usa ese poder con los que están a tu alrededor durante el coronavirus.
Nuestras vidas son la demostración del poder de Dios. Lo que tú hagas durante el coronavirus, con la gente que te rodea, será un testimonio del poder de Dios viviendo en ti. La manera en cómo trates a tu familia, a tus amigos, tus vecinos, compañeros de trabajo, maestros, demostrará el poder de Dios viviendo en ti. Tu identidad como hija de Dios está siendo probada.
Este es el mensaje más grande que el mundo necesita hoy.
Vive como Jesús y tu vida dará muchos frutos.
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