Transformando «días malos» en «días de victoria»

 

¿Tienes días malos?

Te soy sincera… Tengo días malos y buenos. Si alguna vez haz pensado que mi vida está libre de problemas, debo corregirte, no lo es.

Si piensas que lo que comparto es porque todo anda de maravillas. Debo corregirte otra vez, no es cierto. Tengo problemas, tengo decepciones, también tengo tristezas y dolor. No lo tengo todo bajo control.

Si esto te suena común, si te puedes identificar conmigo, entonces sigue leyendo…

Quizá tú también tienes día malos. Días en que prefieres tomar una siesta, dormir, dormir y dormir hasta que pase el día y llegue el siguiente día.

Estoy segura de algo y es que si estás viva en esta tierra, tú y yo vamos a experimentar ambas clases de días, buenos y malos. Es lo que nivela el suelo para todos.

No hay persona, por más exitosa que sea en cualquier área, que pueda decir que no tiene días malos. Así que no creas, las fotos de los medios sociales. Tampoco las palabras que te hacen creer que «todo es color  de rosas». Porque la vida no es así.

Lo que quiero que veas es que tú y yo tenemos las armas para que esos días «malos», se transformen en días de provecho en todo sentido. Lo que yo llamo «días de victoria». Tú y yo tenemos la identidad que Dios nos ha dado para que podamos ser mujeres que triunfan y viven victoriosamente aún en medio de «días malos».

En 2 Corintios 10:3-5 tenemos un gran incentivo sobre las armas que Dios ha depositado en nosotras para que podamos vivir ganando victorias en esos días malos:

«Somos humanos, pero no luchamos como lo hacen los humanos. Usamos las armas poderosas de Dios, no las del mundo, para derribar las fortalezas del razonamiento humano y para destruir argumentos falsos. Destruimos todo obstáculo de arrogancia que impide que la gente conozca a Dios. Capturamos los pensamientos rebeldes y enseñamos a las personas a obedecer a Cristo» 2 Corintios 10:3-5 (NTV)

Tú y yo tenemos armas que no son comunes y que garantizan victoria sobre cualquier día malo. Cualquier oposición del enemigo. Cualquier situación adversa que nos amenaza. Cualquier obstáculo que parece traernos abajo. Cualquier adicción que quiere tomar el control.

Te cuento algo. Hoy me levanté como una guerrera. En mi boca sólo habían oraciones de combate contra lo que el enemigo ha estado haciendo en las vidas de personas que conozco. Hermanas y hermanos en la fe que están viviendo con grandes desafíos con sus hijos e hijas. En dónde Satanás ha estado tomando ventaja en sus vidas.

Hoy, me levanté, con muchas ganas de luchar en oración y vencer al enemigo. Le he pedido a Dios que rompa las cadenas que el enemigo ha puesto en la vida de esas personas y sé que lo hará. Estuve orando por ti también. Es la voluntad de Dios liberar, rescatar y destruír las obras del enemigo en nuestras vidas.

Por esta razón, sentí en mi corazón que si tú estás en alguna situación adversa. Si estás batallando con el enemigo en alguna área de tu vida o la de tu familia. Si estás enfrentando dificultades en tu matrimonio, o con tus hijos. Si es alguna situación adversa de trabajo, amistades o espirtiual. Quiero invitarte a tomar el camino que te conviene de hoy en adelante.

En la historia del Antiguo Testamento vemos a un Dios a quién le gusta «dar la vuelta» a cosas que están afectando o pueden afectar negativamente las vidas de sus hijos. Él cambia, restaura, da nuevos comienzos, salva, sana y libera.

Esta cualidad de Dios de darle la vuelta a las cosas la podemos ver en las muchas ocasiones cuando intervino en favor de su pueblo Israel. Es la palabra Hebrea «hapkak», usada 118 veces en el Antiguuo Testamento en diversos contextos. Significa: «dar la vuelta, cambiar, derribar, anular».

Desde Génesis hasta Malaquías vemos a Dios cambiando o dando la vuelta a situaciones para guiar los pasos de su pueblo, para liberar, para restaurar, sanar, encaminar a nuevos rumbos. En Deuteronomimo 23:5 se nos dice que Dios: «Cambió la maldición en bendición». Este mismo Dios quiere hacer algo en tu vida que lo va a transformar todo.

Cuando Dios, es el que nos hace dar la vuelta y nos pone en el camino correcto, es allí cuando vamos a experimentar victoria en nuestro caminar con Dios. Es allí cuando los días malos tomarán otro signficado y se tornarán en «días de victoria».

«Por eso, tomen toda la armadura que Dios les ha dado,
para que puedan resistir en el día malo y, después de haberse
preparado bien, mantenerse firmes»
Efesios 6:13 (DHH)

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12 comentarios sobre “Transformando «días malos» en «días de victoria»

  1. Gracias hermana Nohemi, que hermosa palabra, me identifique con lo que dices, me animas a buscar en la palabra de Dios para enfrentar al enemigo y los días malos…muchas bendiciones..

    1. Hola Ana: Gracias por tu comentario y compartir conmigo cómo el Señor te bendice. Su Palabra es poderosa para ayudarnos en medio de cualquier situación. No olvides registrarte en el estudio bíblico. Es Gratis!

  2. Gracias Noemí por sus palabras, me alientan. Me da fuerza en esta batalla, Dios dará la Victoria, soberetodo renueve mi pensamiento con su paz. Claro que estoy ya inscrita en el nuevo estudio!!!
    El Señor le bendiga.

    1. Hola Patty: Gracias por tu comentario. Me alegro saber que Dios te ha animado y renovado las fuerzas con su Palabra. Es un placer poder servir a todas las mujeres que nos visitan con estos recursos. Bienvenida al Estudio Bíblico!

  3. Muchas gracias por su palabra. Llevaba meses viviendo días malos por una desilusión amorosa pero gracias al amor de Dios y a su infinita misericordia hoy puedo declarar victoria. El Señor sanó mi corazón y me restauró, ya no soy la misma, ahora soy más fuerte y puedo disfrutar del gozo.
    Gracias por cada uno de sus mensajes, no se imagina cuánto han bendecido mi vida.
    Cariños desde Chile

    1. Hola Natalia: Gracias por tu comentario. Me anima mucho saber cómo Dios ha estado restaurando y sanando tu corazón. Él nunca nos deja sin dar la vuelta a las cosas para que le saquemos provecho en nuestro caminar con Él. Confío en Dios que seguirá haciendo grandes cosas en ti. Chile está cerca de mi corazón. Algún día estaré por allá otra vez. Dios te bendiga mucho.

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