Hace unos años, tuve mucho miedo cuando de repente alguien apagó la luz en un sitio en dónde estaba. Perdí totalmente la dirección. Todo estaba oscuro y no sabía por dónde caminar para encontrar la puerta. Necesitaba un rayito de luz para poder ver la salida pero no lo había.
Por más que grité para pedir ayuda, nadie me podía oír porque todos estaban lejos. La desesperación que sentí fue real.
Tenemos la innata necesidad de sentirnos refugiadas, protegidas y a salvo, en medio de las tormentas y dificultades de la vida. Queremos que alguien nos acompañe y nos diga: ‘No temas» o «Estoy aquí, no tengas miedo». Seguir leyendo «¡Prende tu luz en el nuevo año!»
Debe estar conectado para enviar un comentario.